Ecología · 26 de Abr 2019
Aunque se le da muy poca importancia, la constante exposición a ruidos intensos puede llegar a alterar tu calidad de vida.
Freepik / Canal IPe
Son las ocho de la mañana, sales de tu casa y empieza el desfile de sonidos incómodos: el grito de los cobradores, el silbato de los policías, la música estridente de los carros, los interminables cláxones. Quizás no lo sepas, pero eso que vives todos los días se llama contaminación sonora, uno de los peores problemas que afectan a las ciudades en la actualidad.
Según el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) del Ministerio del Ambiente este tipo de contaminación es definida como la presencia de niveles de ruido que generan molestias y afecten la salud y el bienestar de las personas y su entorno.
La intensidad de los distintos ruidos se mide en decibeles (dB), que son la variación sonora más pequeña perceptible para el oído humano. Nuestro umbral de audición medido en dB tiene una escala que empieza con 0 dB (nivel mínimo) y que alcanza su grado máximo con 120 dB (el nivel en que las personas empiezan a sentir dolor). Este nivel de ruido se produce, por ejemplo, en un concierto. Lo más recomendable durante el día es no superar los 55 decibeles, pero zonas como Cercado de Lima o el Callao, duplican este número.
Este problema ambiental tiene efectos perjudiciales no solo en el oído sino en otras partes del cuerpo. Además de la pérdida de audición, la exposición a altos niveles de ruido puede producir estrés, irritabilidad, presión alta, vértigo, insomnio y dificultades del habla. Si los afectados son niños, incluso puede perjudicar su capacidad de aprendizaje.
El ruido, a diferencia de otros agentes contaminantes, es muy fácil de generar. Disminuirlo o controlarlo es algo que depende de nosotros mismos. Hay muchos hábitos que podemos empezar desde casa como evitar los gritos, no utilizar electrodomésticos en horas de descanso, impedir que nuestras mascotas hagan bulla, bajar el volumen de los aparatos electrónicos, incluyendo la música que escuchamos a través de audífonos. También es importante sensibilizar a nuestros amigos y familiares para que hagan los mismos cambios.
¡Dejemos de subestimar los peligros del ruido!