Identidad · 27 de Mayo 2019
Desde hace 31 años el Formabiap trabaja sin descanso para que los chicos aprendan sin separarse de sus costumbres.
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Cuando escuchamos que alguien es bilingüe lo primero que nos viene a la cabeza es que habla español e inglés o algún otro idioma extranjero, pero en realidad esta palabra tiene un uso mucho más amplio. En la Amazonía, muchos profesores están trabajando para formar a niños que crezcan cerca de sus costumbres, hablando su idioma nativo, pero también aprendiendo español como segunda lengua para que puedan desenvolverse fácilmente como ciudadanos peruanos.
Por el Día de las Lenguas Originarias conversamos con Yris Barraza, investigadora y profesora del Formabiap, la institución que desde hace 31 años trabaja con esta propuesta intercultural.
Era la década de 1990 y el Programa de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía Peruana (Formabiap), iniciativa de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), buscaba lingüistas para analizar el idioma del pueblo Shawi. Yris ya tenía experiencia trabajando con los Kukama-Kukamiria, así que aplicó sin pensarlo mucho y consiguió entrar. Así fue como dejó su vida en Lima y se llevó a su familia con ella a Iquitos para formar parte de un proyecto del que se enamoró a los pocos meses. De esa gran decisión han pasado 27 años.
“En todo este tiempo como docente he aprendido que para acompañar a un pueblo no basta con conocer su lengua, hay que conocer el alma de su cultura”, dice.
Esa es precisamente la propuesta educativa de este programa de inicial y primaria, que incorpora en la enseñanza no solo un idioma sino también los valores, formas de vida y cosmovisión de los pueblos indígenas para que niños, niñas y adolescentes puedan vivir en equilibrio con la naturaleza y a la par desenvolverse en un contexto global.
A la fecha han trabajado con 16 pueblos indígenas: Asháninka, Nomatsiguenga, Shawi, Shiwilu, Achuar, Awajún, Wampis, Kandozi, Chapra, Shipibo-Konibo, Kukama-Kukamiria, Bora, Murui-Muinani, Kichwa, Ikitu y Tikuna.
“Tener una educación intercultural bilingüe le cambia la vida a los niños que forman parte de estas comunidades. Ellos ahora son más entusiastas y participativos porque las clases se hacen en las lenguas de su pueblo y no se les reprocha por tener ciertos comportamientos culturales, más bien se les valora y eso los hace sentir más seguros y empoderados porque se está protegiendo su identidad cultural”, explica.
Además de reforzar los aprendizajes en su lengua materna, el programa también busca que aprendan español como segunda lengua. El objetivo es que al final de sexto grado ellos puedan encontrar un equilibrio entre los dos idiomas.
Pero también existen casos en los que la enseñanza se da la inversa porque los niños no saben comunicarse en la lengua de su pueblo o la hablan muy poco. Aquí lo que se busca es incluirlos en un proceso de revitalización lingüística para que todas las costumbres que vienen detrás no se pierdan.
“Muchas veces pasa que una lengua no se transmite de generación en generación por miedo a la discriminación. Ocurrió con el quechua en mi caso particular y está pasando ahora con la lengua kukama-kukamiria. Aprender español en el Perú es importante porque nos da una voz para poder exigir que nuestros derechos se respeten, pero mantener nuestro idioma nativo es igual de importante porque nos acerca a nuestros antepasados, a sus costumbres, conocimientos y valores y nos da un sentido de pertenencia”, reflexiona.
Yris sueña con que este enfoque pueda aplicarse en todo el Perú en un futuro cercano, para que construyamos un país que acepte la diversidad cultural y exista una relación basada en el respeto y la valoración de todos los pueblos y sus expresiones.
“Conociendo al otro, valorando al otro, ya no voy a tener necesidad de faltarle el respeto. Muchas veces esas actitudes se dan por falta de conocimiento y de una educación intercultural bilingüe”, dice.
¡Empecemos a valorar nuestras diferencias para avanzar!