Ecología · 05 de Ago 2019
Más de 300 monos viven en esta isla. Este proyecto busca rehabilitarlos para que finalmente puedan ser liberados.
Difusión
A 30 kilómetros de Iquitos, existe una isla de 450 hectáreas a la que solo puedes acceder en bote. Pero esta no es como ninguna otra: en ella viven casi 300 monos de distintas especies.
Hace 21 años, Gilberto Guerra decidió pedirle al gobierno la concesión de una isla. En ese entonces, él era guía turístico y había sido testigo de cómo muchos animales silvestres eran usados como atracciones, tráfico e incluso como alimento. Gilberto decidió que debía hacer algo para cambiar esa situación, fue así como nació La isla de los monos.
Durante los primeros ocho años ningún mono pisó la isla, era necesario primero adecuar el ambiente para recibirlos. Gilberto llenó las 400 hectáreas de plantas que se convirtieron en árboles donde ahora transitan los monos.
Entre las especies que habitan esta isla se encuentra el maquisapa, el choro, el huapo rojo, el leoncito, entre otros. «Muchos de ellos llegan porque personas los han tenido en casa como mascotas, se aburren y nos la dan a nosotros. Y otros llegan a través del Ministerio de Agricultura», explica Lucero López Lavalle, administradora de la isla.
Lo que se busca es liberar a los monos, pero esto no siempre es posible. Lucero nos cuenta acerca del caso de una mona que llegó cuando tenía siete años. El animal tuvo que vivir como mascota en casa, ya que tenía actitudes que no le hubieran permitido sobrevivir en un entorno salvaje.
El proceso por el que pasan los monos al llegar es en primer lugar un examen veterinario completo,. Lucero explica que la mayoría llegan desnutridos. A partir de ese diagnóstico el veterinario les da un tratamiento que cumplen en cuarentena, ya que así se puede seguir de cerca su progreso. Finalmente, son liberados en la isla. Es un biólogo quien finalmente determina si un mono puede ser liberado o no.
Todo este proceso dura entre cuatro y cinco meses, dependiendo del estado en el que llega el animal. «Uno de los casos que más difíciles que tuvimos fue el de Ceci, una mona aulladora que llegó en marzo, con solo cinco meses de edad. Ceci tenía un brazo roto, un perdigón en la cola y una fisura en la muñeca, prácticamente no podía caminar. Se le hizo un tratamiento intensivo, y ahorita está perfecta», comparte Lucero.
La idea es que los monos de la isla poco a poco vayan perdiendo el contacto con los humanos, de esa manera se les prepara para la vida salvaje. Cuando han culminado su tratamiento, se les lleva a la selva en donde vivirán el resto de su vida.
Uno de los objetivos del proyecto es la liberación de un grupo de monos choro que se encuentran en la isla. Sin embargo, esto implica designar una parte del presupuesto para acondicionar el área en donde serán liberados. Debe existir la flora correcta para asegurar que los monos podrán vivir en este ambiente.
«No solamente estamos trabajando en servicio de los monos, sino de la fauna en general, incluso de la flora. La gente no se da cuenta pero estos animales hacen un trabajo tremendo en todo el ecosistema, nosotros hemos podido ver el florecimiento de toda una isla desde que ellos llegaron», finaliza Lucero.
La isla recibe voluntarios todo el año. No es necesario tener ningún conocimiento previo, solo se buscan personas a las que le gusten los animales y que estén dispuestas a ayudar en todas las labores.
Si quieres conocer más de este proyecto, e incluso aventurarte a visitarlo, ingresa a su web y contacta a su equipo.