Galería · 16 de Sep 2016
Luis cuenta por qué cree que su barrio es conocido como El Quijote.
A Cielo le gustó mucho pintar un mural con dos amigas que vinieron de Palestina.
Fiorella piensa que la gimnasia y la lectura son muy importantes.
A Gullian le gusta mucho el deporte y jugar con sus amigos.
Liz comenta sobre los nombres de otros niños en los libros.
Hillary nos cuenta por qué le gusta El Quijote.
Daniela cuenta que ella es muy valiente.
Karla dice que a veces se llora de emoción.
Harumi piensa que todos podemos llorar a veces.
Luis habla sobre los campeones.
Daniela opinando sobre los beneficios del deporte.
Liz y Eddy se conocieron en el colegio Fe y Alegría de Santa Rosa, en Puente Piedra, hace aproximadamente 20 años. Ella trabajaba como maestra de primaria allí y él, que era comunicador, buscaba crear proyectos para trabajar con los niños del barrio que lo había visto crecer. Ambos apostaban por la escuela pública, pero sabían que había mucho por mejorar. Hace 9 años, cuando empezaron a trabajar juntos, descubrieron que uno de los principales problemas que había era que los niños prácticamente no leían y que la mayoría de familias escogía el turno de la tarde para que sus hijos vayan a la escuela, por lo que, durante las mañanas, los niños esperaban que su tiempo libre pase sin ninguna ocupación.
Lo primero que se les ocurrió a Liz y a Eddy fue crear una biblioteca comunitaria. Habían comprado un terreno para construir su casa, así que decidieron que podían usar ese espacio para la biblioteca y vivir en el segundo piso. Hicieron una alianza con una organización llamada Promolibros, llenaron las paredes de cuentos, novelas, libros de historia e invitaron a los niños a leer. Tenían todo listo pero las cosas no fueron tan fáciles. Descubrieron que los niños tenían problemas lectores porque les costaba mucho mantenerse concentrados y prestar atención en algo que dure más de 2 minutos. Pensando cómo resolver este primer obstáculo, decidieron probar con películas. ¡Gran idea! Para entonces, el grupo Chaski ya trabajaba en la red de microcines comunitarios en la ciudad así que los contactaron y unos días después ya estaban estrenando la primera película infantil en el barrio. Pero esta gran idea, lamentablemente, tampoco funcionó pues las películas eran muy largas y, pese a que llamaban la atención de los niños más que los libros, tampoco lograban asegurar su concentración durante mucho rato. Los niños no estaban acostumbrados a leer ni a ver películas, así que había que ir poco a poco. Empezaron con cortos, minidocumentales y, con el paso del tiempo, fueron incorporando historias más largas. Hoy, ese esfuerzo ha dado frutos: tienen espacios para ver películas, una sala de música, un salón de danza, un gimnasio y, por supuesto, la biblioteca con la que sus sueños se iniciaron.
El barrio donde los niños leen, juegan, se ejercitan y aprenden, se convirtió rápidamente en un proyecto de barrio cultural donde todos participan para mejorar los espacios públicos que comparten. Había que buscar un nombre para el proyecto y Eddie, rápidamente pensó en El Quijote. Consideraba que la figura del famoso hidalgo era una buena forma de representar los valores con los que querían trabajar: solidaridad, justicia, aventura, rebeldía, ingenio y juego. Además, la historia de Don Quijote era perfecta para contagiar a los niños y sus familias las ganas de soñar, con valentía y sin límites. Ahora, en el barrio cultural El Quijote, funcionan el Centro Cultural Luis Berger y la Biblioteca Comunitaria Don Quijote y su manchita.
Hace unos días fuimos a conocer el barrio y a compartir con los niños un día de lectura. Llegamos alrededor a las 8am y ya estaban todos listos en el salón de gimnasia. Nos presentamos, conversamos un momento y el ejercicio empezó. Música a todo volumen, ropa deportiva, calentamiento, ejercicios, flexibilidad y finalmente gimnasia. Trabajaron en la viga de equilibrio, en las barras, saltaron el taburete y rodaron por las colchonetas. Luego trabajaron su respiración, conversaron sobre la importancia del ejercicio, se cambiaron y bajaron a la sala de lectura.
Después de cambiarse, tomar agua y ubicarse cada uno en su silla dentro del círculo de lectura, empezó la sesión. Haciendo ejercicio, los niños habían logrado liberar mucha energía y se sentían calmados y concentrados, ¡listos para empezar! Estaban leyendo “Sangre de campeón” de Carlos Cuauhtémoc. Primero recordaron en qué parte de la historia se habían quedado y luego Gullian se ofreció a leer en voz alta. Después de unos minutos, conversaron sobre lo que significa ser campeones: ¿Qué es ser un campeón? ¿Todos somos campeones? ¿Para ser campeón hay que ser valiente? ¿Ser valiente significa no llorar? Los niños no estaban de acuerdo así que empezaron a defender sus posiciones.
Liz busca relacionar constantemente las historias de los libros con la vida de los niños. Esa es una buena forma de motivarlos, generar curiosidad en ellos y desarrollar su pensamiento crítico. Además, han creado una dinámica para aprender sobre palabras difíciles. Apenas encuentran una durante la lectura, la anotan en su “lista de palabras extrañas” y luego, sin saber muy bien si están en los correcto o no, los niños se animan a sugerir posibles definiciones.
El tiempo para leer había terminado y todos salieron corriendo del salón hacia la biblioteca. Una vez allí, sacaron sus cuadernos y empezaron a trabajar. Algunos avanzaban con las tareas del colegio, otros pintaban o practicaban nuevas técnicas para aprender a dividir. Don Quijote y su manchita es una biblioteca cálida y luminosa, las paredes están ocupadas por libros clásicos, modernos y un poco de poesía. Todos forrados y nombrados con la clásica etiqueta de color que todos hemos usado para poner nuestros nombres.
Eran casi las once y la sesión de ese día en El Quijote estaba por terminar. Los niños tenían que ir a sus casas y prepararse para el colegio. Algunos se quedaron un rato en la calle que separa la biblioteca del centro cultural esperando que los recojan. Nos pusimos a conversar mientras dábamos una vuelta a la manzana y nos contaban sobre los murales y el barrio.
De pronto, Luis sacó la pelota de fútbol y todos corrieron a jugar. Algunos recordaron que ese día, en el colegio, tenían clase de biología y debían llevar insectos así que fueron a buscarlos. Los hermanos mayores, papás y mamás fueron llegando a recoger a algunos niños mientras otros se iban solos caminando por Santa Rosa con pasos que más parecían brincos de alegría.
-Chicas, se van contentas...
-Sí, es que más tarde tenemos clase de música y volvemos al Quijote.
Muchas nuevas batallas y aventuras esperan al Quijote y su manchita. El profesor de música, por ejemplo, está formando una sinfónica y, el sábado 8 de octubre, el cantante de blues y folk Francisco Chirinos los visitará para cantar y contarles su experiencia. Los niños participarán del concierto recitando poemas de William Blake. ¡Están todos invitados! Si quieren más información sobre este evento o participar del proyecto, pueden escribirles un mensaje a través de su página de Facebook.
¡Adelante, Quijote!