Padres · 12 de Dic 2016
El tiempo libre de actividades también es importante para los más pequeños.
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Seguro te ha pasado alguna vez. Apenas nuestros hijos tienen un poco de tiempo libre, lejos de los dispositivos electrónicos de siempre o fuera de una clase o actividad que hayamos planeado para ellos, las quejas no demoran en comenzar. “Estoy aburrido” o “no tengo nada que hacer” son frases que solemos escuchar casi instantáneamente cuando dejamos de darles cosas en las que “ocupar “ su tiempo. Esa reacción hace que muchas veces percibamos ese tiempo libre como “tiempo perdido”, ya que nos da la sensación de que los niños no están haciendo nada “útil”, como aprender algo nuevo, ejercitarse, repasar las lecciones del cole o cualquier otra cosa que les pueda servir en el futuro.
Sin embargo, son cada vez más las personas que apuestan por hacer eso que nos parece tan contraintuitivo: dejar que se aburran. ¿Sabes por qué?
Si los niños se acostumbran demasiado a los estímulos que traen todas las actividades que planeamos para ellos, es probable que se vuelvan menos sensibles a su entorno y que los estímulos más sutiles (como, por ejemplo, los de la naturaleza) pasen desapercibidos para ellos. Además, la sobreestimulación hace que se les haga difícil concentrarse en una sola cosa por un tiempo sin sentirse ansiosos o intranquilos.
Es normal que los niños sientan un poco de aburrimiento apenas sienten que no tienen nada que hacer, pero, una vez que esa sensación pasa, se abren las puertas de un espacio mucho más personal y necesario para ellos: sus fantasías, ideas, inventos y todo lo que pueden hacer alejados de lo que nosotros como adultos determinamos.
Además, tal vez como adultos estemos acostumbrados a llenar nuestra vida de proyectos para desarrollar nuevas habilidades y ser siempre funcionales y productivos. Intentemos no empujar demasiado a los niños hacia eso y dejemos tiempo para la reflexión, la creatividad, la contemplación y la calma.
“El tiempo no estructurado da a los niños la oportunidad de explorar su mundo interno y externo, lo cual es el comienzo de la creatividad. Esta es la manera en la que aprenden a comprometerse con ellos mismos y con el entorno, a imaginar, inventar y crear.”
Laura Markhan
Psicóloga Clínica por la Universidad de Columbia
A veces pensamos que si nuestros hijos tienen mucho tiempo sin hacer nada, debemos llenarlo de actividades. Sin embargo, es importante recordar que hacer muchas cosas todo el tiempo también puede convertirse en una rutina algo aburrida: pasar horas viendo televisión o jugar una y otra vez el mismo juego en la tablet o el celular.
Dejemos que ellos encuentren en su tiempo libre su propio camino a la imaginación, la creatividad y la fantasía. Que tengan distintas cosas que hacer y aprender durante el año no está mal, pero también necesitan tiempo para hacer nada, echar a volar su imaginación, reflexionar sobre lo que les pasó ese día, tener nuevas ideas o sentarse a observar con calma todo lo que los rodea.