Sylvia Valverde: “El yoga es una alternativa de vida saludable, física y emocionalmente”

Sylvia Valverde es una instructora de yoga cuyos alumnos, en su mayoría, son niños y niñas diagnosticados con algún tipo de habilidad especial. Desde su propia experiencia como madre de un niño con Síndrome de Down, ella conoce todos los beneficios que puede proporcionar la práctica de esta disciplina en la vida de sus queridos yoguis y en la de sus familias.

A ella acuden padres de familia pidiéndole ayuda para calmar la hiperactividad de sus hijos o tratar la actitud introvertida que no les permite salir al mundo real. Tras una reunión con ellos, Sylvia les explica que el yoga es una gran alternativa que puede complementar sus vidas.

“En nuestras posturas trabajamos el equilibrio, trabajamos el balance, trabajamos estiramientos, muchas partes del cuerpo. Muchas veces los movimientos son de forma lenta y no hay mucha estabilidad, pero cada postura tiene un objetivo (…) En clase, siempre trato de decirles ‘¡Qué bien lo has hecho!’ o ‘¡Qué bien te está saliendo!’ y es aquí donde viene la parte espiritual: darle la fuerza y el ánimo a que siga”.

El inicio de todo

La vida de Sylvia cambió el día en el que su hijo Alexander nació. Él fue diagnosticado con Síndrome de Down y desde muy pequeño siguió una serie de terapias en Estados Unidos, hasta que un día su terapeuta física le habló sobre un programa de yoga adaptado para personas con algún tipo de diagnóstico. Ella decidió darle una oportunidad.

“Al inicio Alexander no hacía absolutamente nada. Se la pasó cinco meses jugando por un lado, jugando por el otro y no se integraba. Un día, de la nada, empezó a hacer el yoga y los beneficios empezaron a surtir efecto en él – recuerda Sylvia –. Él era un chico movido que incluso le pegaba a otros niños. El yoga pudo calmarlo, relajarlo y, al aprender nuevas técnicas a través de la respiración, lo ayudaron a controlar más sus emociones”.

Viendo cómo su hijo mostraba un gran avance, Sylvia, quien aún vivía en el país norteamericano, decidió promover la práctica de esta disciplina y con el tiempo, comenzó a capacitarse para convertirse en instructora de yoga para personas con autismo y otras condiciones como parálisis cerebral o con Asperger. Ya de regreso a Perú, ella decide plasmar todo lo aprendido en un programa al que llamó “Yoga 4 Special Needs”.

“¿Cómo haces que se conecten con el yoga?”, le preguntamos. Ella sonríe y nos cuenta que tiene todo un sistema. Para la respiración, por ejemplo, utiliza unas coloridas esferas que se abren y cierran de forma divertida; para realizar las asanas, les muestra unas gráficas donde las compara con posturas de diferentes animales; ya con los más pequeños, llega a ellos por medio de un cuento que puede incluir la asana de la mariposa, el sol, la lluvia o el arcoíris. De esta forma, ella adapta el yoga según la necesidad y capacidad de cada uno.

Historias de éxito tiene por montón y las va almacenando en un lugar especial de su corazón. Le llena de orgullo saber que la disciplina que cambió su vida, también está logrando tener efecto en otras más. Para ella, no hay satisfacción más grande que esa.