Rigoberto siente que la vida se pasa volando y que necesita detener el tiempo. Junto con Martina intentarán construir una máquina que logre su objetivo; sin embargo, se darán cuenta que es imposible, y que solo la memoria y los recuerdos logran volver los momentos en algo eterno.
Martina y Rigoberto son dos amigos que en los recreos se sientan en la banca del patio de la escuela a comer su lonchera y conversar sobre todas las cosas que suceden a su alrededor.