Artes · 06 de Dic 2017
“Paranga” expresa con sus pinturas el lado sórdido de nuestra sociedad.
Difusión / Canal IPe
Desde su taller ubicado en el centro de Lima, Alejandro Hernández, conocido como Paranga, observa a diario el ritmo de una ciudad ruidosa. Su entorno se ha convertido en la fuente más grande de inspiración, de la que —nos cuenta— aprendió a filtrar la información para no sentirse saturado.
Conversamos con él sobre el proceso de su propuesta artística y los elementos que participan en sus pinturas y esto fue lo que nos dijo:
Es un trabalenguas: “parangutirimicuaro”. Para evitar las cosas convulsionadas en casa, mi hermana mayor nos distraía de la realidad y me hacía repetir el trabalenguas y se me quedó como palabra.
Cuando quise pensar en un nombre como artista, me acordé de esta palabra e iba más en sintonía con mi obra, que era encontrar dentro de la sordidez que me rodeaba y que es mi línea temática, una lucecita de esperanza.
Leo mucha prensa independiente por internet, me informo de ese modo. Me gusta el cine, me gusta el teatro, música, danza, exposiciones. En verdad trato de encontrar información por donde venga.
La maestría en Estudios culturales que estoy llevando me ha enriquecido muchísimo. La pienso mejor antes de que sea el mero impulso de pintar. Eso creo que tuvo su momento, en mi época de estudiante, ahora la pintura es un vehículo para hablar de un discurso más grande. Es el medio en el que me especializo.
Constantemente estoy recibiendo información, pero tengo que aprender a filtrarla. Hay tanta información que me saturo. Me parece relevante el contexto en el que estamos para tener un posicionamiento sobre el entorno.
Hay tanto qué decir y el arte es una herramienta más de batalla, me apenaría que solo quede en frivolidad o mera introspección. Está bien en un momento, por supuesto. No digo que el arte deba ir en esta dirección, pero me parece pertinente. Un momento de mucho conflicto, mucho qué decir y necesitamos actores de escena.
Seguir pintando. He estado trabajando en un proyecto desde el 2015 que se titula el Lenguaje de lo insensato, que es una especie de sacadita de espina de lo que yo veo que no funciona en Lima. En la primera parte de esta muestra, yo hablaba de los vicios y males inspirado en un texto medieval, La nave de los locos, que mencionaba los vicios y males de la época con grabados que ilustraban de manera jocosa.
La segunda parte, que fue el pasado octubre me centré en las víctimas, en cómo el sistema rechaza. Ahora planeo una conclusión. No quiero adelantarles mucho porque también quiero pensarlo bien.
Puedes conocer más de Paranga y sus obras en este enlace.