Artes · 17 de Dic 2020
La artista circense es especialista en Rueda Cyr. A través de las plataformas digitales toma clases, dicta talleres y ha realizado presentaciones.
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Antes de salir a escena suele tener muchos nervios, pero una vez que se abre el telón transforma toda esa ansiedad en energía y se conecta con el público. Esa es la sensación que siente la acróbata Nicole Carrión cada vez que se presenta en cualquier espacio. Ya sea en las tablas de La Tarumba, en un centro cultural, en un parque o en su comunidad de Lomas de Carabayllo, lugar donde vivió de pequeña. Para ella, no importa el tamaño del escenario, la emoción siempre es la misma porque ama lo que hace.
Su vida es el arte y lo tuvo claro desde muy chica. Bailaba, cantaba y le gustaba hacer acrobacias en su casa o en cada reunión familiar. Por supuesto, también participaba en todas las actuaciones del colegio. Como ya destacaba por su talento y entrega, le recomendaron empezar a formarse en la Asociación Cultural Puckllay Arte y Comunidad. Ahí empezó la aventura cuando tenía 11 años. Llevó talleres de teatro, artes plásticas, circo, entre otras disciplinas que le fascinaron.
A pesar de que ya sabía que su destino estaba escrito, cuando terminó la secundaria dudó un poco qué camino seguir. Mientras lo decidía se matriculó en una academia preuniversitaria y aunque era buena alumna, las matemáticas, física y química no iban con ella. No lo pensó más y optó por seguir sus sueños: el mundo circense.
“La directora de Puckllay me dijo que La Tarumba había abierto convocatorias para postular, así que me armé de valor y les comenté a mis papás. Al inicio no se convencían del todo y me decían que lo pensara bien, pero finalmente me apoyaron como lo han hecho siempre en todas mis locuras. El día que postulé estaba muy nerviosa porque además los otros participantes tenían un buen nivel físico y yo me sentía chiquita a su lado. Si bien antes había tenido presentaciones, pensaba que no era suficiente; sin embargo, logré ingresar”, comenta emocionada la artista.
Pero llegar a la recta final de la carrera no iba a ser fácil. A diferencia de otros estudiantes, ella debía hacer seis horas de viaje diarios, entre ida y vuelta, para llegar de su casa a La Tarumba y viceversa. La rutina día a día consistía en levantarse a las 5 de la mañana, salir de Lomas de Carabayllo a las 5:30 a.m. y tomar tres buses hasta Miraflores. A pesar del sueño, el tráfico y recorrer más de cinco distritos, fue una de las alumnas más puntuales de la clase.
Su especialidad es la Rueda Cyr y es de las pocas mujeres que lo practica profesionalmente en el Perú, pero como artista circense ha hecho de todo. Trapecio, saltos mortales, danza, piruetas sobre el caballo en movimiento, telas e infinidades de trucos que impliquen estar a más de 10 metros de altura. Aquí el miedo no existe, solo la mente fría y el paso firme.
“Estudiar y trabajar en La Tarumba fue lo más grandioso de mi vida. Recuerdo que la primera vez que tuve la oportunidad de formar parte del elenco, luego de que acabara la presentación, me puse a llorar de emoción. Ver la cantidad de gente, las luces y sentir la música, te produce una energía que te recorre todo el cuerpo y solo quieres dar lo mejor de ti”, dice Nicole.
Aunque este año la pandemia la alejó de los reflectores y la carpa, no la distanció del arte ni del público. A través de las plataformas digitales, la acróbata ha continuado ofreciendo algunas presentaciones. Recientemente, cumpliendo todos los protocolos de seguridad, también dio un espectáculo en vivo para los niños del Puericultorio Pérez Araníbar. Pero ella ¡No para! Además de entrenar su cuerpo como la profesión lo demanda, también ha dedicado su tiempo a enseñar circo. Precisamente, el lugar donde dicta talleres de manera virtual es la Asociación Puckllay que hace años le abrió las puertas y le dio las primeras herramientas para convertirse en la artista que es hoy.
“En Lomas de Carabayllo no hay mucha movida cultural y los niños y las personas de todas las edades necesitan de eso. Cuando me he presentado en mi comunidad la gente queda fascinada hasta con los números más simples. Por eso, no solo me gusta llevar un poco de mi arte allá, sino también enseñarles lo poco que sé. Para los niños y adolescentes dictó cursos de flexibilidad, preparación física y acrobacia básica”, detalla.
Si hay un mensaje que siempre tiene en mente, es que el arte es compartir entretenimiento, pero también conocimientos. Así como en su momento muchos maestros la apoyaron y la ayudaron a perfeccionar técnicas, Nicole no duda en replicar lo mismo. Y es que, para el mundo de las carpas, la artista de 24 años no tiene nada más que palabras agradecimiento. Gracias a su talento ha viajado a México y Brasil, en este último país ganó el tercer lugar a nivel Sudamérica con su espectáculo de Rueda Cyr “Cómo goza la chola”. Dentro del Perú, también ha recorrido un sinfín de regiones llevando la magia del circo.
Un universo de fantasías que también implica mucho sacrificio y el peligro constante para los acróbatas. Un paso en falso y podría ser fatal. “Cuidamos nuestro cuerpo porque es nuestra herramienta de trabajo. Muchos piensan que paramos haciendo dieta, pero no, también nos damos nuestros gustos. Eso sí, nos ejercitamos constantemente para que los músculos no pierdan fuerza. En cuanto a los números, sí hay un pequeño miedo, pero lo pierdes en las horas de ensayo. Primero practicas con el arnés y cuando te va saliendo mejor, lo haces sin implementos de seguridad. Es cuestión de prepararte bien, concentrarte, de entrenar el equilibrio y confiar en que en el espectáculo en vivo los compañeros con los que trabajas nunca te van a dejar caer si algo pasa”, detalla.
Sin embargo, confiesa que sí se ha caído algunas veces practicando. Ha perdido uñas, ha tenido esguinces, ligamentos inflamados, moretones, entre otras lesiones que las llama medallas de guerra. Al mirar atrás y ver cuánto ha logrado le produce nostalgia. Le parece fascinante cómo la fuerza interior es capaz de llevarte a cumplir todos tus sueños cuando realmente crees en ti mismo. Y es que al estar en el camino correcto las puertas se abren solas, una tras otra.
Uno de los sueños de Nicole es que la industria del circo en el Perú sea tan grande o igual de importante que en otros países, pues asegura que el arte es una disciplina que ayuda a sensibilizar a las personas frente a todos los problemas que existen en nuestro territorio. También espera poder estudiar en el extranjero, para aprender más y convertirse en la gran artista que anhela ser y así llenar de orgullo a sus padres y hermanas. A pesar de que hoy el camino aún es incierto para las carpas, la función debe de continuar como dice la acróbata peruana. Por eso, sigue adelante.
Mis papás, miedo. Yo, sensación de libertad.
¿Qué te pareció su historia? Si quieres saber más de Nicole, de sus presentaciones y talleres te dejamos su página de Facebook. Recuerda que todo es posible como dice la artista, solo es cuestión de constancia, disciplina y creer en ti mismo.