Cine y Teatro · 22 de Nov 2016
El día en que cargué a mi madre es una experiencia que va mucho más allá del teatro. No te la pierdas.
Difusión
Hace poco, mientras revisaba mi Facebook, leí un artículo sobre una obra de teatro en la que actuaba una dupla madre-hija El título de la obra, “El día en que cargué a mi madre”, me llamó la atención. La obra, contaba el artículo, trata sobre la historia de la relación de una madre e hija que ya son adultas. Me interesó de inmediato verla, sobre todo con mi mamá. Ese domingo, llegamos al teatro “Agarrate Catalina” en Barranco. Había mucha gente, muchos acompañados de sus madres — aparentemente no fui la única con esa idea—. La verdad, por alguna extraña razón estaba nerviosa, creo que era porque yo sabía que ella iba a percibir muchas de las cosas que yo sentía y que aún no le había dicho. Por otro lado, aunque mi mamá se veía tranquila, sabía que se iba a sentir identificada con el papel de la madre y me preguntaba cómo la haría sentir.
Las protagonistas eran Soledad Ortiz de Zevallos y Bernadette Brouyaux, quien comenzó a estudiar teatro a los 55 años, lo que me pareció admirable. A las 7:00 pm anunciaron la primera llamada para realizar el ingreso a la sala de teatro. El pasillo era largo y estaba lleno de fotografías de artistas de circo colgados de telas o en el trapecio. Al entrar a la sala, nos sentamos en unas butacas a esperar el inicio de la función.
Soledad empezó con la historia: “ella es mi mamá y somos muy parecidas...”. No sé si todas las mamás sean iguales, pero a los primeros 10 minutos ya sentía que Bernadette podría haber sido mi madre. Volteé discretamente y mi mamá estaba riendo con la primera escena, en la que la madre dice: “pero yo no estoy peleando, estoy discutiendo. Porque pelear no es lo mismo que discutir, ¿no?”. Obviamente, en el imaginario de nuestras madres, ellas nunca pelean...
En una siguiente escena, tanto mi madre como yo nos sentimos identificadas. Es el momento crucial de la obra: Soledad decide independizarse de su madre y esta debe aprender a sobrevivir sin su hija. Entonces, Bernadette se sienta y comienza a hablarle al espíritu de su progenitora: “¿Ves mamá lo que soy? Una niña hija, una mujer madre, ¿solo eso me define como persona? El tiempo ha ido más rápido de lo que pensé, siento que me demoré mucho en encontrar lo que realmente quería hacer y en mostrarlo… mis pequeños un día partieron, me quedé de nuevo conmigo misma, preguntándome ¿quién era yo?...”. Sentí la mano sudorosa de mi madre, giré el rostro y la miré, estaba llorando. No tuvo que decir nada, sabía que había recibido el mensaje que yo le quería dar, pero que no podía: “eres mi madre, pero no eres solo eso, es momento de ser tú”.
Cuando terminó la obra, mi mamá y yo estábamos muy conmovidas y nos acercamos a saludar a las actrices, que también tenían lágrimas en el rostro. Soledad estaba muy emocionada y mi madre les agradeció a las dos haber compartido su experiencia de vida.
Así es como Bernadette me enseñó cómo se siente mi madre y Soledad le enseñó a mi mamá cómo me siento yo, como hija, a perdonarnos. Ahora sin decirnos nada nos entendemos más, gracias a “El día en que cargue a mi madre”.
Tuve la oportunidad de ver esta obra en su primera temporada. Por suerte, se presentará otra vez del 9 al 12 de diciembre en “El Centro Cultural Ricardo Palma” a las 8 pm, en cuatro únicas funciones. Si quieres compartirla con tu mamá llévala, y si ya fuiste cuéntanos cómo te sentiste.