Cine y Teatro · 27 de Mayo 2019
La cinta explora con una increíble sensibilidad una relación padre-hijo en la que el amor se impone a pesar del caos.
Retablo / Canal IPe
La ópera prima del cineasta peruano Álvaro Delgado Aparicio se estrenó el 16 de mayo y desde esa fecha todas las salas en donde se ha exhibido han tenido un lleno total. En Canal IPe ya la vimos, aquí te presentamos nuestro análisis.
Más allá de los premios internacionales y del éxito de taquilla, Retablo es una película necesaria porque rompe con el tabú y nos muestra sin adornos a una sociedad llena de prejuicios en donde se configuran expectativas, tradiciones y secretos. (Alerta: a partir del siguiente párrafo comienzan los spoilers).
La historia nos cuenta la vida de Noé (Amiel Cayo), un talentoso retablista respetado por su comunidad y su hijo Segundo (Junior Béjar), que se está preparando para sucederlo como artista. La admiración que el adolescente siente por su padre desaparece cuando descubre que es homosexual.
En su confusión, Segundo trata desesperadamente de alejarse de lo que representa esa persona en la que en algún momento quiso convertirse, un hombre sensible, que llora, que expresa afecto, que contradice a su entorno. Para eso se involucra en diferentes situaciones de violencia física que preocupan sobre todo a su madre, Anatolia (Magaly Solier), que hasta ese momento creía tener una familia perfecta, de Retablo.
El tono va evolucionando y haciéndose más intenso y comenzamos a ver cada vez más puertas abiertas y cerradas y ahí es donde notamos uno de los recursos más importantes de la película: los retablos son un encuadre que marca lo que ocurre. Eso además de las imágenes de imponentes paisajes solitarios de Ayacucho, los primeros planos, los detalles y los silencios inteligentes que transmiten el dolor que guardan los personajes por no poder cumplir con el estereotipo de lo que es “ser un hombre” en los Andes, nos generan sentimientos intensos.
Cuando Noé llega a su punto más vulnerable luego de ser castigado por la comunidad, Segundo decide que el amor y la tolerancia están por encima de todo y lucha contra más de uno para defender su honor.
Es poderoso que la cinta haya sido casi al 100% grabada en quechua no solo porque nos acerca a nuestras lenguas originarias e identidad cultural sino también porque transmite ese realismo que tanto hacía falta en el cine nacional.
Retablo nos presenta con una increíble sensibilidad esa búsqueda de la figura paterna con la que todos podemos relacionarnos a pesar del contexto, es difícil ser indiferentes frente a un mensaje que resalta también la homofobia y el machismo que se viven en nuestro país, temas de los que tenemos que seguir hablando.