Visité las Lomas de Pamplona y te cuento por qué tú también deberías hacerlo | canalipe.tv

Ecología · 24 de Jul 2019

Visité las Lomas de Pamplona y te cuento por qué tú también deberías hacerlo

Este increíble ecosistema (aún desconocido por muchos), se ha convertido en el pulmón de San Juan de Miraflores y tiene mucho que ofrecer.

Visité las Lomas de Pamplona y te cuento por qué tú también deberías hacerlo

Canal IPe

Hola otra vez, soy Carolina, redactora de Canal IPe. Es genial encontrarnos de nuevo, sobre todo porque voy a contarte sobre una experiencia muy interesante que viví el fin de semana.

 

El domingo visité por primera vez las Lomas de Pamplona en San Juan de Miraflores. Me enteré de su existencia por Facebook y como soy bien aventurera (ya me irás conociendo), les escribí para apuntarme a la próxima caminata.

 

En pocos minutos me respondió Christian Ipanaqué, uno de los creadores de la iniciativa que nació hace medio año y que busca dar a conocer este espacio natural a cada vez más peruanos para generar conciencia y luchar por su conservación. 

Visité las Lomas de Pamplona y te cuento por qué tú también deberías hacerlo
Descansado antes de llegar a la parte más alta.

El punto de encuentro sería el estacionamiento de bicicletas al lado del puente Benavides (Surco). Nos encontramos ahí a las ocho y media de la mañana, cuando la neblina todavía tapaba gran parte de los cerros que se podían ver a lo lejos. Reconocí a Christian porque llevaba un prendedor de la Flor de Amancaes (emblema de nuestra capital que se puede encontrar en estas lomas entre mayo y junio) en su casaca. De inmediato supe que lo suyo era amor desinteresado por la naturaleza. 

 

Él me contó que había estudiado historia en San Marcos, pero que pudo más su deseo de generar un cambio y por eso se orientó a ser activista por el medio ambiente. Después de una interesante conversación sobre todas las especies de plantas que íbamos a encontrar en el camino como las papas y papayas silvestres, las begonias de las rocas y los tréboles con flores amarillas, lilas y blancas, el bus hizo su ingreso imponente y corrimos para alcanzarlo.

 

Subimos uno por uno cada miembro de ese nuevo grupo de exploradores que se había formado. “A mí me interesa que al final del recorrido conozcan el nombre de cada especie que van a ver. No se trata de decir solo ‘que linda flor’. Este será un viaje de educación, cultura e identidad”, nos decía nuestro guía, con una pasión que muy pocas veces se ve.

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Un pequeño caracol en medio de la vegetación.

Pasaron solo treinta minutos para llegar a lo que sería el inicio de nuestra aventura. Por vivir en la ciudad muchas veces creemos que el verde está muy lejos, pero ese día descubrí que no, que en realidad estaba a la vuelta de la esquina. 

 

Al fin llegamos al paradero. Por la intensa garúa se había borrado la pista y esta se había convertido en solo barro y más barro con diferentes tonalidades de marrón. Felizmente llevaba zapatillas y una casaca que me protegía al menos un poco de la humedad (ese día estábamos sin duda al 100%). 

 

“Primero vamos a hacer un camino de trocha para luego entrar a una zona de escaleras elevadas. Finalmente llegaremos a las lomas y desde ahí haremos un ascenso hasta llegar al “muro de la vergüenza”. Llegar al muro tiene muchos momentos complicados, así que hay que tener cuidado y estar atentos para evitar accidentes”, nos dijo. 

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Con el grupo camino a la aventura.

En ese momento se nos unieron algunas personas más, entre ellas Michael, el fotógrafo del equipo, que al igual que Christian, había vivido toda su vida en Pamplona. 

 

Mientras nos esforzábamos por mantener el equilibrio y no perder el aliento, aprendíamos sobre la historia del lugar. Hace miles de años este espacio había servido de lugar de pastoreo para el hombre prehispánico que traía su ganado desde zonas como Huarochirí, aprovechando la temporada húmeda. ¿Otro dato curioso? También había formado parte de la línea de defensa del ejército peruano en el contexto de la guerra con Chile. Sin duda este paraíso verde estaba lleno de sorpresas. ¿Quién lo diría?

 

“A mí me gusta describir a la Flor de Amancaes como la gran telonera de un espectáculo de la naturaleza. Esta flor es el indicador natural de que está por llegar la temporada húmeda. Después de que se va empiezan a aparecer otras especies. Al final del concierto sale la Ortiga negra, que avisa que está por empezar un nuevo ciclo”, nos explicó.

 

Conforme avanzábamos mi vista se iba llenando más y más de verde, el ruido de los claxons y el cielo gris eran reemplazados por pequeños mantos de flores como la Nolana, morada de interior amarillo brillante y caracoles que parecían de mar descansando alrededor de las hojas verdes llenas de rocío. Había tanta neblina que casi todo el tiempo sentí que estaba flotando sobre una nube, ya no se podían ver las casitas ni los animales que encontré al inicio.

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Christian levantando el letrero de la campaña #SalvemosLasLomas.

Christian nos hizo reflexionar cuando nos contó que estábamos parados sobre uno de los ecosistemas más amenazados de Lima. El tráfico de terrenos, la minería no metálica y la contaminación habían convertido a estas lomas en un lugar frágil, que puede desaparecer poco a poco si no lo valoramos. 

 

"No queremos que se queden solo en la experiencia de la flora y la fauna sino que vean la realidad que se vive alrededor. Aquí vamos a ver lo bueno, lo malo y lo feo. Todos los contrastes", nos dijo, señalando hacia la ocupación Nueva Rinconada, que tiene 19 años y está construida enteramente sobre loma. A nuestros pies se podían ver algunos restos de ladrillos y calaminas que en algún momento fueron casas, pero que terminaron siendo derrumbadas por el riesgo que representa vivir en ese lugar. 

 

Christian cuenta que le han puesto a cada quebrada el mismo nombre de cada asentamiento humano vecino con la idea de que todas las familias se involucren en su cuidado. 

 

Pronto llegamos a la cima, después de sortear algunos obstáculos e improvisamos un pequeño picnic. A más de 630 metros sobre el nivel del mar, la vista era sorprendente y se sentía paz. 

 

Una vez ahí aprovechamos para tomarnos varias fotos de recuerdo y descansar. De todas, la postal más importante fue una grupal en la que Christian sostenía el letrero de la campaña liderada por el Centro Urbes llamada #SalvemosLasLomas. Con esta iniciativa ellos han movilizado a más de 20,000 personas de manera física y por redes sociales. 

 

“Estamos impulsando este proyecto no solo por el ambiente sino también por un tema de responsabilidad social. Queremos que el lugar donde nosotros vivimos sea conocido como una zona turística. Es una loma chiquita, pero muy diversa y el ecosistema más importante del distrito. Hay una deuda grande con este espacio natural que nos genera bienestar, tranquilidad y buen ánimo. Conectarnos con la naturaleza en la ciudad es posible estando en este tipo de espacios. Por eso es fundamental que se evidencie la realidad”, finalizó Christian. Después bajamos de la mano todos juntos y nos despedimos con la promesa de volver a encontrarnos.

Visité las Lomas de Pamplona y te cuento por qué tú también deberías hacerlo
Conectarnos con la naturaleza en la ciudad es posible aquí.

De este paseo me llevo sus palabras, el buen rato que compartí con mis nuevos nuevos amigos y la vista, que te hace pensar lo pequeños e insignificantes que somos en comparación con lo maravillosa e imponente que es la naturaleza. 

 

Aprovecha la temporada de Lomas y embárcate en una nueva aventura entrando a su fan page. No te olvides de llevar ropa cómoda, algo de comer y una bolsita para guardar tus desechos. ¡Luego me cuentas tu experiencia!

Imagen de cdiaz

 De ningún lado del todo y de todos lados un poco

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