Identidad · 28 de Oct 2020
La ciudad sagrada reabre sus puertas a visitantes nacionales y extranjeros.
Difusión
Hace 5 mil años, cuando no había pirámides en Egipto ni existía ninguna civilización en Mesopotamia, en el Perú, en medio del desierto del valle de Supe, ya florecía Caral. Considerada la ciudad más antigua de América, mención que no todos conocen, Caral se encuentra ubicada en la provincia de Barranca, a menos de cinco horas de Lima.
Esta ciudad sagrada aún mantiene muchos secretos por descubrir a 26 años del inicio de las excavaciones arqueológicas. Por eso, en esta nota de Canal IPe, te contamos más sobre aquella brillante cultura, destacada por sus impresionantes construcciones, que se adelantó a su época y terminó desapareciendo a causa de devastadores fenómenos meteorológicos. ¡Hoy Caral está de vuelta! Y reabre sus puertas para que hagas un recorrido por su historia.
Fue en 1997 cuando la arqueóloga peruana Ruth Shady, anunció el descubrimiento de Caral. Desde entonces ella junto a su equipo de trabajo continúan investigando esta civilización con el fin de conocer la organización social, sus costumbres, los cambios que enfrentaron en miles de años y el desarrollo que alcanzaron.
Antes de sucumbir al duro cambio climático y los catastróficos efectos, los pobladores basaron su economía en la agricultura y la pesca. Para la arqueóloga, Edna Quispe, Subdirectora de Proyección del Patrimonio Cultural De la Zona Arqueológica Caral, se trató de una sociedad bien organizada dedicada al comercio y a la interacción intercultural, cambiando productos incluso con civilizaciones más alejadas.
Famosa por sus construcciones monumentales de significado simbólico, la Ciudad Sagrada de Caral, fue declarada por la Unesco como Patrimonio Mundial en el 2009. En sus 66 hectáreas de extensión se ubicaron pirámides y edificios con altares de fuego que eran capaces de resistir a los sismos más fuertes. También se conservan algunas plataformas hechas a base de piedra, anfiteatros, conductos subterráneos y muros.
Pero lo que más resalta, en esta zona del valle de Supe, son las dos plazas circulares, donde, según la arqueóloga, solo los grupos de élite tenían acceso como los gobernantes, músicos y astrólogos. Aquí se realizaban ceremonias religiosas y rituales.
“Para construir, los caral utilizaron piedras, barro, quincha, huarango, tejidos vegetales y caña. Aprovechaban todos los recursos que la tierra y el mar les daba. Ellos fueron grandes ingenieros, arquitectos y matemáticos, sino cómo explicamos que hayan construido edificaciones tan perfectas, circunferencias exactas, alturas bien niveladas según sus propios cálculos”, destaca Quispe a canal IPe.
A diferencia de otras culturas andinas, la mujer en la civilización caral cumplía roles políticos y religiosos, y además, tenía una presencia muy marcada en la economía. Según la especialista, se zambullían en las profundidades del mar para pescar y recolectar moluscos que luego vendían. Esta hipótesis se comprobó porque un grupo de antropólogos forenses descubrió en los cráneos femeninos formaciones óseas que crecen en las personas que tienen continuo contacto con el agua.
La complementariedad y el trabajo en equipo entre hombre y mujer primó en esta sociedad. La dualidad y la adoración por las imágenes totémicas explican claramente la ideología Caral. Asimismo, son reconocidos por ser artistas dedicados a la pintura, a elaborar collares, esculturas en barro y murales. También fueron buenos agricultores pues crearon su propio sistema de cultivo para sembrar frijoles, pallares, papa, maíz, ají y frutas como el pacay, lúcuma y guayaba.
Pero la actividad en la que más destacaron los pobladores de Caral fue en la pesca. Con las redes que creaban atrapaban una variedad de 30 especies de pescado que agregaban a sus comidas para tener una dieta balanceada que los mantenía sanos y fuertes.
Lamentablemente el apogeo agrícola y todo el sistema de civilización que desarrollaron en sus tierras colapsó por terremotos, aluviones, lluvias torrenciales y sequías que transformaron al valle de Supe en desierto. Para Edna Quispe, los habitantes de Caral no se extinguieron, sino se reorganizaron y migraron a otras ciudades.
Luego de siete meses de haber cerrado sus puertas, la Ciudad Sagrada de Caral reabre cumpliendo con todos los protocolos de bioseguridad aprobados por el Ministerio de Salud, para evitar los contagios y la propagación del COVID-19.
El aforo se ha reducido en un 50% y el público podrá visitar, de lunes a sábado, también los otros sitios arqueológicos de Áspero y Vichama, que formaron parte de esta civilización. ¡No pierdas la oportunidad e inscríbete en este enlace! La experiencia será inolvidable.
La reapertura de la Ciudad Sagrada de Caral, Patrimonio Mundial, coincide con el 26 aniversario del inicio de los trabajos de investigación, conservación y difusión. Entérate de las principales actividades en la página web.
El ingreso a estos sitios arqueológicos será gratuito para el público nacional y extranjero, hasta el 15 de noviembre de 2020.