Identidad · 11 de Sep 2016
Te contamos una particular historia sobre la deliciosa comida peruana.
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¡Que levante la mano quien que no tiene al menos un plato peruano entre sus preferidos! Más allá del reconocimiento internacional que ha tenido la gastronomía peruana en los últimos años, nuestros platillos son, además de ricos y variados, inmejorables representantes de nuestra historia y diversidad cultural. Los ingredientes y las formas de preparación cambian según la ciudad o región, y nuestras recetas pasan de generación en generación fortaleciendo nuestros recuerdos y creando nuevas oportunidades para compartir en familia.
Si alguien nos pregunta a los peruanos sobre nuestra comida, probablemente todos respondamos como expertos, pero, ¿sabemos dónde y en qué momento surgió la idea de que “los peruanos cocinamos como los dioses”? Estuvimos investigando y descubrimos muchas historias interesantes sobre los alimentos peruanos, pero la que más llamó nuestra atención es una que forma parte de la tradición oral nasqueña desde hace más de dos mil años. Se trata de la leyenda del Chiwake.
En casi todas las historias mitológicas existe una figura que cumple la función de mensajero. Su principal trabajo es llevar los mensajes de los dioses a los habitantes de la tierra y suele ser un personaje simpático, sociable, extrovertido y muy confiable.
A diferencia de lo que sucede en la mitología griega, romana o egipcia, el mensajero peruano no es una persona sino un inteligente y entusiasta colibrí llamado Chiwake. Cuenta la leyenda que hace muchos años, cuando los dioses formaban el antiguo Perú, eran constantemente interrumpidos por las quejas de los hombres en la tierra, que exigían tener más alimentos, mejores frutas y mayor variedad en las semillas para poder comer tan rico como lo hacían los dioses.
Una mañana de invierno, los dioses, cansados de tanta insistencia, decidieron atender el pedido de los hombres y llamaron a Chiwake para darle el siguiente encargo:
“Chiwake, los hombres están molestos y no nos dejan trabajar. Se quejan porque no están contentos con los alimentos que hay en la tierra así que hemos decidido ayudarlos. Toma esta gran olla mágica y llévala hasta la tierra, dile a los hombres que todo lo que pongan allí saldrá convertido en un delicioso platillo y no tendrán que mover ni un dedo. Vuela rápido, Chiwake, ¡y que no nos molesten más!”
El audaz colibrí entendió perfectamente el encargo y se apresuró a cumplirlo. Lo que no muchos sabían es que, aunque Chiwake era muy inteligente, también era travieso, juguetón y se distraía fácilmente con las flores del camino. Iba agitando las alas con mucha velocidad, cuando vio unas hermosas margaritas amarillas aparecer entre la densa neblina costeña. Como nunca había visto flores así, se acercó a investigar un rato y mientras probaba su néctar, notó que se sentía más ligero que antes. Al darse vuelta, la olla mágica había desaparecido de su espalda. ¡La había perdido en el camino!
Chiwake se sentía muy mal, no podía volver donde los dioses a contarles lo que había pasado, así que decidió ir donde los hombres y cambiar un poco el mensaje:
“Queridos amigos hombres, los dioses me han enviado como mensajero, pero también como instructor. Son conscientes de que están enojados, de que tienen pocos alimentos y comen siempre los mismos platillos. Es por eso que he venido aquí, ¡para enseñarles a preparar los alimentos como los mismísimos dioses!”
Los hombres se alegraron mucho y se pusieron a aprender con Chiwake. Él les enseñó a escoger las mejores frutas, a combinar los sabores con las hierbas de mil maneras distintas y a servir los platos de forma creativa. Desde ese momento, las familias peruanas dejaron de quejarse por sus alimentos y aprendieron a cocinar con sabor, variedad y originalidad.
¿Conocían esta historia? ¿Qué historia crearían ustedes para explicar el origen de nuestras recetas? Queremos saber lo que piensan, visiten nuestra página de Facebook y ¡cuéntennos!