Literatura · 03 de Mayo 2017
Conversamos con Christabel Sialer para que nos cuente un poco más sobre ella y el libro.
Ilustración de Luis Beteta
Christabel Sialer es la escritora del libro para niños “El gran viaje de Peyitu”, una historia que cuenta las aventuras del chasqui real. El responsable debe llevar un encargo importante del Inca a través del Qapaq Ñan, lo que lo lleva a vivir muchas aventuras en el camino.
El libro fue seleccionado por algunos colegios para ser incluido dentro del plan lector, debido a la manera en que acerca la historia del Perú a los niños. Pudimos hacerle algunas preguntas a Christabel, quien ahora radica en Colombia, sobre Peyitu, sus aventuras y la importancia de la lectura en los niños.
Christabel Sialer: Para mí, es importante que los niños del Perú, se identifiquen con su cultura, con su historia, con sus antepasados y que admiren la belleza de nuestros paisajes. Al escribir para ellos se coloca en sus manos un universo lleno de posibilidades para crecer con valores, con una identificación propia de quiénes son y de dónde vienen.
Mi objetivo es llevar de manera divertida, didáctica, la historia del Perú a los niños. Me fascina haber encontrado esa mezcla perfecta de contar lo que sucedió basado en investigaciones históricas (María Rostworoski y Sonia Guillén) con toda mi imaginación y el cariño que le tengo a nuestra cultura.
Desde muy joven, viajé por el Perú, visité huacas, templos, valles y en cada lugar tenía una historia. Peyitu nació en mi viaje al complejo arqueológico de Chavín de Huántar en el 2008. Ingresé a los laberintos, vi al gran lanzón, le tomé varias fotos, pero en una de ellas, el lanzón cobró vida. Era un monstruo con serpientes en la cabeza, colmillos y unas babas cayéndole por la boca; mitad humano, mitad piedra, gruñía y gritaba. No sé exactamente cómo vi al gran lanzón vivo frente a un muchachito con un poncho y un chullo, delgado, asustado porque el monstruo se lo iba a comer. A partir de ese momento enlacé todas las historias de las huacas, los templos, los bosques, con el muchachito delgado. Si iba a recorrer todos los lugares, debía tratarse de un chasqui. Cuando viajé a Cusco, enlace la historia de Tupac Yupanqui. Él sería el Inca, ese sería el tiempo de la historia, y al ser Peyitu, un mensajero, le llevaría un encargo muy importante.
"Toda mi imaginación va de la mano con investigaciones realizadas por María Rostworoski, a quién admiro por su gran trabajo en el libro La historia del Tahuantinsuyo"
Peyitu es hijo del chasqui imperial (el chasqui que lleva encargos importantes al inca). Es un joven noble, ingenuo, que conoce poco de sí mismo al inicio de la historia. Durante el viaje, la soledad lo lleva a descubrir su intuición, su nobleza, su valentía y fortaleza para sobrellevar acontecimientos fuertes en su vida. Por su nobleza, le es fácil conseguir ayuda. Tiene un sentido de la responsabilidad y honestidad muy fuerte, heredado de sus padres.
En aventura, me encanta cuando llega a Caxamarca y conoce al joven auqui Huayna Cápac. Creo que este personaje ayuda a crecer a Peyitu, ríe, juega, se arriesga, ambos son una dupla graciosa, y enfrento los valores que ambos tienen, hasta pongo en juicio lo correcto con lo incorrecto. Me gusta mucho cómo quedaron todos los capítulos en los que Huayna Cápac acompaña a Peyitu.
Los valores que enseña son la valentía, constancia, honestidad, respeto por las tradiciones, el honor y la fraternidad.
Le contaba historias a mi hermana Mariella antes de dormir. Pero mis historias tenían un aire de Edgard A. Poe, oscuras, extrañas, porque en esa época lo leía mucho. También estaban cargados de mucha imaginación y aventura traídas de Shakespeare que también lo leía en esa época. A partir de entonces no dejé de imaginar historias de seres extraños, muy pegada siempre a la historia del Perú. Años después, muchos después, como en el 2012, al ver la cantidad de historias y todas en dirección a un público infantil o juvenil, descubro que ese sería mi género.
"No sé exactamente cómo vi al gran lanzón vivo frente a un muchachito con un poncho y un chullo, delgado, asustado porque el monstruo se lo iba a comer"
Leerles cuentos por las noches, contarles historias, hasta cantar, las letras contienen también historias, invitarlos a imaginar y soñar. Solo a través de la imitación los niños podrían aprender a leer y continuar con el hábito hasta mayores.
La historia tiene segunda parte, crecen los personajes, el joven auqui Huayna Cápac asume el poder como Inca, y Peyitu ayuda a que la historia siga el curso. Los españoles llegan y es quizás mi objetivo, que la historia del Perú llegue a los jóvenes de manera divertida, didáctica y que queden con ganas de saber más. Toda mi imaginación va de la mano con investigaciones realizadas por María Rostworoski, a quién admiro por su gran trabajo en el libro La historia del Tahuantinsuyo. Lo mismo me sucede con Sonia Guillén, a quien tomo de referencia para la segunda parte de Peyitu y los Chachapoyas. Me encantaría encontrar una productora de dibujos animados que quiera llevarlo al cine. Sé que pronto alguien querrá.