Otros · 14 de Mayo 2019
En esta nota te ayudamos a entender de qué se trata esta afección mental grave que afecta las relaciones con uno mismo y con los demás.
Unsplash / IPe
La Organización Mundial de Salud estima que aproximadamente entre el 1 y 2% de la población mundial tiene Trastorno límite de la personalidad (TLP), también conocido como Borderline.
En nuestro país, donde aún no existe una cultura de salud mental, muchos no conocen su diagnóstico y sufren en silencio al no encontrar explicación a sus emociones y reacciones.
Las personas con esta afección mental tienen problemas para regular su estado de ánimo. Para ellos es todo o nada, algo es muy bueno o muy malo. No existe un punto medio. Esto las vuelve impulsivas, inestables y les impide llevar una vida normal. Sus actitudes tienden a alejar a los demás, aunque ellos quieran tener relaciones sanas y duraderas. Esta contradicción las hace sentirse incomprendidas, vacías y solas.
El Trastorno límite de la personalidad afecta la manera en la que te sientes sobre ti mismo, en la que te relacionas con los demás y en la que te comportas. Estos son los signos que pueden aparecer, sobre todo en los primeros años de la vida adulta:
1. Experimentar terror al abandono e incluso llegar a tomar medidas extremas para evitar una separación real o imaginaria.
2. Tener un patrón de relaciones intensas e inestables. Ejemplo: idealizar a una persona por un momento y luego creer que ya no muestra interés o que es cruel.
3. Así como ocurre con las relaciones, también es común tener pensamientos contradictorios sobre uno mismo. Por eso es complicado tener una identidad definida.
4. Tener ideaciones suicidas y autolesionarse, muchas veces como respuesta al rechazo.
5. Pasar por períodos de paranoia relacionados con el estrés y la pérdida de contacto con la realidad.
6. Mostrar grandes cambios de humor que pueden durar algunas horas o días. Estos cambios pueden incluir felicidad intensa, irritabilidad, vergüenza o ansiedad.
7. Tener actitudes impulsivas y de riesgo como conducir de forma imprudente, gastar dinero sin medida, abusar del alcohol o las drogas o autosabotearse al dejar un buen trabajo de repente o terminar una relación positiva.
Son cada vez más las personas que se van animado a compartir su experiencia con el TLP para ayudar a otros que también pasan por lo mismo y no sabe qué hacer. Este testimonio es un ejemplo de ello.
Siempre he pensado que mis emociones viajan en una montaña rusa. A veces lento y otras veces a gran velocidad. O me sentía muy feliz o muy triste. Empecé a autolesionarme cuando era chica, porque no sabía cómo lidiar con lo que pasaba por mi cabeza.
Pasé por varios psicólogos a pedido de mi mamá hasta que decidí ir por cuenta propia porque ya no podía más. Cuando te das cuenta que ya tocaste fondo y sientes que no puedes salir solo de ahí, es un buen momento para pedir ayuda. Y ahí estaba yo, frente a una psicóloga desconocida diciéndole que quería salir a la calle porque alucinaba que los carros me atropellarían. Suena exagerado, lo sé, pero cada cosa que siento es intensa.
Un comentario, una llamada de atención, una felicitación o una conversación de terceros podían ser activadores de mis pensamientos hasta que conocí la terapia dialéctico-conductual. Mi psiquiatra me integró a ese grupo porque dice que es uno de los enfoques más efectivos para los border, y sí que lo es.
Aún sigo teniendo bajones, pero entiendo mucho mejor lo que me pasa y tengo las técnicas para lidiar con mis pensamientos y emociones. También estoy aprendiendo a expresar lo que siento y quiero de manera asertiva, algo que deberían enseñarnos en el colegio.
Fiorella, 24 años
Si tienes TLP, no te desanimes. Gracias a la medicación y a la psicoterapia, muchas personas con este trastorno pueden aprender a vivir en equilibrio. Hace falta constancia, tiempo y mucho apoyo.
¡Normalicemos hablar de afecciones mentales para acabar con el estigma!