Padres · 02 de Nov 2017
Te presentamos los argumentos a favor y en contra sobre este importante tema.
Freepik
La fecha de corte para que nuestros chicos puedan ser matriculados en inicial y primaria ha vuelto al debate y en los próximos días entrará a la Comisión de Educación, Juventud y Deporte del Congreso para definir si debería ser el 31 de marzo o 31 de julio.
Hasta el momento, la norma establece que niños y niñas de 3, 4 y 5 años nacidos hasta el 31 de marzo pueden ingresar a inicial, siendo igual para aquellos con 6 años de edad cumplidos que van al primer grado de primaria. Sin embargo, muchos se oponen a este criterio diciendo que esto limita la educación de muchos chicos que nacen después de este día y proponen ampliarla al 31 de julio.
Ante esta situación, Chicos IPe conversó con las dos posiciones de este debate para que, como padre de familia, profesor o adulto apoderado de un menor, tenga idea de qué va este importante asunto.
Vayamos con el movimiento “No tengo prisa”, un colectivo formado por el Grupo Impulso de la Educación Inicial (GIEI) y otras instituciones que, precisamente, realizan acciones a favor de niños de este grupo de edad. De acuerdo a ellos, la ley que promueve la ampliación de la fecha límite al 31 de julio, traería consecuencias que perjudicarían el ámbito social y emocional de los chicos.
“Adelantar y forzar a los niños de manera prematura a ciertos aprendizajes en momento que no son oportunos puede ocasionar frustraciones innecesarias, baja autoestima, falta de motivación para el aprendizaje, con el consiguiente rechazo o mejor adaptación a la escuela en general”, nos dice la doctora Elena Valdiviezo, especialista en infancia.
Otro de los argumentos es que la ampliación puede ocasionar “que niños y niñas que no han consolidado satisfactoriamente logros a nivel de las dimensiones cognitivo – intelectuales y socioemocionales, ingresen a un nivel para el cual no están preparados”. En este aspecto se pueden citar las habilidades y destrezas relacionadas a la lectoescritura, noción de números, el desarrollo de las habilidades blandas o las llamadas funciones ejecutivas que les permite adaptarse a situaciones nuevas y complejas.
El Ministerio de Educación (Minedu), la Red Nacional de Promoción de la Infancia, la Organización Mundial de Educación Preescolar-Perú y otras más son solo algunas de las partes que apoyan que se respete el 31 de marzo como fecha límite para ingresar a un centro de estudios.
¿Y en qué se basan para llegar a este punto? Empecemos por la Evaluación Censal de Estudiantes 2016 (ECE) donde se indica que los niños de 2do grado de primaria de menor edad obtuvieron menores resultados en matemática y comprensión lectora. Otro estudio del Minedu del año 2014 realizado a 15,873 niños en aulas de 5 años determinó que quienes presentaron mayores dificultades en el aprendizaje fueron los menores. Psicólogos y especialistas nacionales e internacionales también apoyan esta moción y destacan los perjuicios sobre adelantar la educación de los chicos.
“A los padres les decimos que no tengan prisa por adelantar los aprendizajes de sus hijos, debemos ser respetuosos con los ritmos de los niños (…) No asuman que sus hijos ‘perderán un año’ y ‘se atrasarán’ en relación con los otros niños ya que ganarán más confianza y seguridad”, señala el colectivo.
Edwin Córdoba es quien preside “No al 31 de marzo”, un colectivo cuyo objetivo es que niños y niñas nacidos después del 31 de marzo tengan la posibilidad de ser aceptados en las escuelas, siempre que tengan la madurez necesaria y estén cognitivamente aptos.
“Creemos que la madurez de un niño ‘no se obtiene por decreto’. Nadie puede establecer que un niño es inmaduro por el simple hecho de nacer después del 31 de marzo o viceversa — nos dice —. Tenemos muchos niños que alcanzarán dicha madurez exactamente a los 6 años, otros la alcanzarán en un tiempo mayor o menor (…) esos ‘tiempos individuales’ se atienden con flexibilidad y/o con aceleramiento”.
Aquí Córdoba nos explica que la flexibilidad en la edad de ingreso es un “intervalo de tiempo” en el que se permite que los que cumplan la edad dentro de dicho intervalo puedan acceder al sistema escolar, mecanismo que fue eliminado con la ley del 31 de marzo. El aceleramiento, por su parte, es el sistema por el cual el niño salta grados en función a sus propias capacidades, el cual se aplica en otros países del mundo.
“La flexibilidad existía desde 1970 hasta el 2010. Volvió a aplicarse el 2012 ante el reclamo de los padres. En el 2016 también se aplicó la flexibilidad pero solo hasta el 30 de junio. ¿Cuál fue el criterio? No lo sabemos (…) En otros países del mundo, la flexibilidad se aplica con unos 3 o 4 meses después del inicio de clases”, aclara.
Para él, las consecuencias que la edad de corte puede derivar en aburrimiento y frustraciones, lo que puede llevar a daños emocionales muy fuertes. A través de un ejemplo, nos explica que para un niño el repetir el inicial de cinco años y ver cómo sus amigos avanzan hacia el colegio, puede volverlos huraños y rechazar la idea de ir a clases.
“De aprobarse, la ley se aplicará a los niños a partir del 2018. Los niños que ya estén matriculados con la normal del 31 de marzo podrán continuar con sus estudios como lo venían haciendo. Los niños que aún no estén matriculados y cuyos padres deseen que entren más maduros, tampoco están obligados a acatar el 31 de julio. La fecha de corte solo define una edad mínima”, puntualiza.
Las cartas ya están sobre la mesa. Ahora, con los dos lados de esta historia, ¿qué crees que pueda ser mejor para nuestros chicos?