¡Cuidado! Si usas estas frases podrías estar negando las emociones de los chicos

Sin darnos cuenta, algunas veces, utilizamos frases que pueden negar o invalidar las emociones de nuestros hijos como el miedo, el enojo o la tristeza. En esta nota de Chicos IPe, te vamos a explicar cuáles es la forma más adecuada de lidiar con estas situaciones.

Frases que invalidan emociones

Como explica Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y autor del libro “El cerebro del niño explicado a los padres”, la forma en la que reaccionamos al sufrimiento de nuestros hijos puede predecir el afecto o cercanía emocional que sentirán por nosotros en la vida adulta. 

Además, si intentamos tapar sus sentimientos, el día en que se deban enfrentar a ellos lo harán solos y el trabajo será mucho más difícil. Por eso es importante que seamos conscientes de lo que les decimos y cómo se los decimos.

Estos son algunos ejemplos de frases con las que invalidamos a los chicos:

Negando: “No pasa nada, no seas exagerada”.

Juzgando: “¿Vas a llorar por eso? ¡No seas llorón!”

Desacreditando: “Es solo una hormiguita. No te va a hacer nada. No puedes ponerte así por un bichito”.

Distrayendo: “No te molestes. Mira qué bonito ese pajarito, mira cómo vuela, ¿cómo hace el pajarito?”

Minimizando: “No es para tanto, ya se te va a pasar”.

Apresurando: “ya hija, ya lloraste lo suficiente”.

Frases que validan y refuerzan emociones

Si te identificaste con las frases anteriores, pero no sabes cómo darles la vuelta para no reprimir las emociones de tus hijos, estos son algunos ejemplos positivos que da el especialista:

Mostrando empatía: “He notado que eso no te gusta, ¿te sientes molesto?”

Conectando: Ese golpe ha estado fuerte. Está un poco rojito, por eso te duele. ¡Vamos a curarte!”

Comprendiendo: “¿Te asustaste porque me escuchaste gritar por la araña? ¡Cuéntame qué sientes!

Recuerda: es importante que dejemos que niños y niñas identifiquen, gestionen y expresen sus emociones junto a nosotros: las personas que los quieren y que los pueden ayudar. No dejemos que un “¿qué estoy haciendo mal” o un “no debo sentirme triste” los acompañe siempre. 

Siendo empáticos, cercanos y comprensivos todo será mucho más fácil para ellos y también para nosotros. ¡Eduquemos en positivo!