Padres · 26 de Jun 2018
Un voluntariado usa pelucas de lana para devolverles la ilusión a los niños y niñas del Inen.
Pixabay
Con un simple gesto, Wendy Bedoya ha encontrado la manera de devolverles la sonrisa a los chicos y chicas del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (Inen). A través del proyecto “Lanas de Amor”, ella y un gran grupo de voluntarias les dan disfraces, pelucas de princesas o máscaras de superhéroes a estos pequeños valientes pacientes para que así puedan mantener la alegría e inocencia en este difícil camino que les tocó recorrer.
La iniciativa es una suerte de hermanito menor de “Proyectos de Amor”, un voluntariado hospitalario que apoya en las salas de Quimioterapia a fin de que los pacientes estén más cómodos y mejor atendidos. Es aquí donde Wendy empezó a tener más contacto con los niños y niñas que día a día combatían contra el cáncer.
“Siempre noté la tristeza, sobre todo en las niñas, al perder el pelo ya que varias sueñan con ser una princesa y tener largas trenzas. Un día vi una página americana que hacía pelucas similares y tomé la idea – cuenta Wendy –. Empezamos guiándonos de ahí pero ahora cada una de nuestras arañitas tejedoras usa su creatividad y lo complementamos con disfraces y capas de superhéroes. Tenemos un grupo humano maravilloso trabajando en esto”.
Para ella no hay mayor satisfacción que ver el rostro de los chicos iluminarse al recibir una peluca de princesa o un gorro con su personaje favorito. “Se sienten importantes, no paran de reír”, comenta. Todos los voluntarios comprometidos con el proyecto creen que el cáncer se cura con el tratamiento adecuado pero también con una gran dosis de amor. Al estar más felices, sus defensas suben y la batalla contra esta enfermedad se hace mucho más llevadera.
“Para mí todas las personas con cáncer son superhéroes, más aún los niños que a tan corta edad luchan por su vida. Son unos verdaderos guerreros”, aclara.
Para seguir sumando a esta causa, “Lanas de Amor” ha abierto una convocatoria para personas de la tercera edad que también quieran aportar su talento tejedor – y su tiempo libre – a favor de los chicos del INEN.
“El saber que lo que tejen va a ayudar y hacer feliz a muchos niños que quizá no tengan la suerte de estar sanos como sus nietos, que cada dos sábados se unirán a un grupo lindo para ensamblar su trabajo, los hará sentirse útiles – detalla Wendy –. Si no tejen por lo menos pueden pegar coronas o desenredad lana. ¡Todos pueden ayudarnos!”.
A la fecha, son más de 150 “maravillosos corazones” que están tejiendo sueños e ilusión. Si te animas a formar parte o quieres saber otras formas de ayuda, puedes contactarlos en su página de Facebook.