Desde los altos gredales de May Ushin
desde las feroces caídas del Marañón
desde las incandescentes llanuras del Huallaga
mi voz convoca a los habitantes del agua.
Y surcando quebradas desde vertientes remotas
alcanzo vastedades de arcillas recientes.
Así me reúno con habitantes del monte
y nuestras voces se inundan infinitas
en tenues bóvedas incrustadas por la noche.
Porque es posible alcanzar cifras en geometrías sagradas
porque es posible arrebatar códigos de sogas alucinadas
y viajar acompañados por estrellas o soles
atrapados en la fugacidad de intrépidos rayos.
Porque somos una antigua y sola voz,
una liana trenzada bajo los incendios
desterrados o señalados por la belleza de los astros
y su manto de presagio amamantándonos.
Desde entonces rodamos de fuego,
caemos de fuego,
quemamos las últimas naves del exilio,
demonios que se llaman en libros apócrifos
o en abandonados archivos donde no hay olvido.
Pero las madrugadas aproximan las llegadas
y nuestros pies abrevian rutas del miedo:
ojos de búho a la sabiduría destinados
sobre la vía trazada por los abuelos.
Semejante a cada río que despide sus puertos,
alcanzamos la marcha de la luna
invadidos por la tregua
de un viento insondable.
Ana Varela es un poeta peruana. Nació en Iquitos y junto a otras poetas amazónicas fundó el Grupo Cultural URCUTUTU de Iquitos. Con su poemario “Lo que no veo en visiones” obtuvo el Primer Premio en la V Bienal de Poesía Premio Copé.