A los cuarenta estoy con un palmo de nariz.
Me apena haber leído tanto y no haber consumado
el placer. Regenta de mi cuerpo, de esta piel bajo la
que fluye el aceite.
Nada a mi alrededor, solo una hija tierna
– benignos otoños –
Finjo lo que no sé, soy una actriz, mi trabajo
es perverso. He amado menos de lo que supe amar,
en las tardes es el silencio; de noche, el silencio y el sueño.
Para Ricardo González Vigil, Carmen Ollé (1947), como escritora visceral peruana, solo es comparable a Vallejo, Martín Adán o José María Arguedas. Muy cercana al grupo poético peruano Hora Zero su poesía ha indagado en la impronta de su esencia de mujer (en tanto exploración del cuerpo y de sus procesos); pero también se ha constituido como una voz que se impone en todos los aspectos de la vida. Entre algunos de sus libros podemos mencionar: Noches de adrenalina (1981), Todo orgullo humea la noche (1988).